martes, 5 de abril de 2011

El mundo no estaba

Fue hace dos años creo... Dejo aparcado el coche en una avenida transitada por vehículos de mi ciudad. Ando por la acera camino de casa y me "adentro" en mí... ¿Cómo será cuando la consciencia de existir se apague? ¿Qué sentiré tras morir..? ¿Qué pasará, que verá la consciencia entonces..?

Y acaeció...

Sin más...

Allí, en la acera, caminando... con vehículos circulando a mi izquierda y algún peatón transitando cerca de mí..

De pronto no vi más que negritud, la Gran Oscuridad, Nada... el Gran Vacío... No había nadie, no había nada, sólo mi consciencia contemplando, presenciando, sintiendo aquella Gran Soledad...

No había Mundo... Solo mi consciencia asombrada, atónita, perpleja, obnubilada y solitaria... No había nada de Mundo, tan sólo aquella chispa consciente que presenciaba la extinción del Mundo en una Gran Negritud, sin luminosidad alguna, lo que me dejó sin palabras porque yo había leído que había LUZ...

No sé cuánto duró aquel estado: microsegundos, un segundo, algunos segundos... Pero la experiencia fue tan vívida, tan real...

He conceptualizado aquel suceso como una "muerte psíquica"... Sin proponérmelo vivencié hasta tal punto la escenificación psíquica del morir que accedí a otro nivel de conscienciación antes no vivenciado, no sentido... Y supe así que, en efecto, con la consciencia surge el Mundo y, sin ella, no hay ni Mundo ni nada de nada...

Y este domingo me acerqué a la casa paterna del pueblo... Y llevé a cabo algo que hacía ya un par de años me venía rondando: quemar mis diarios, los de mi juventud y primera adultez, junto con uno de mis libros más exitosos y el penúltimo escrito que es el más querido y más personal...

Y mientras los quemaba sentí que algo se incineraba dentro de mí... Y sentí que muchas "realidades psíquicas" de mi pasado quedaban extinguidas...

Me sorprendió comprobar que los diarios tardaban en quemarse, que el proceso de ignición no era instantáneo.. Incluso tuve que encender varias cerillas hasta que la primera piña, cogida "en la tierra del fin del mundo" hispánica, prendió.. Algo se resistía a desaparecer, a dejar de ser... ¡Y qué calor desprenden cientos de páginas al ser quemadas...  Era el kairos de Ignitus...

Y sí, es cierto que  he meditado sobre aquéllo que me acaeció en la calle, inesperadamente, sin buscarlo ni pretenderlo, espontáneamente...

Y he buscado respuestas en libros aunque no de forma intensa y he preguntado sobre ello a un maestro del espíritu que planea en la tierra del centro de España...

Sobre ello hablaré en otro post...