sábado, 24 de agosto de 2013

Noúmenico-Fenoménico, procesión de proyecciones-identificaciones - Wei Wu Wei


Capítulo 25 -Esto y Eso- del libro El décimo hombre de Wei Wu Wei (publicado por Editorial La Llave D.H) en el que refleja, con su peculiar terminología, la "procesión" descendente desde el Noúmeno a la psique fenoménica con la posterior proyección identificativa en el complejo psíquico del ego-fulanito de tal. Originariamente lo publicó en la revista del ashram de Ramana Maharshi,  The Mountain Path, abril de 1965. Al año siguiente se incorporó en The Tenth Man, y en su versión española ocupa las páginas 55-58.

I

En el lenguaje dualista, el término 'yo' se deriva del latín 'ego', un concepto que carece de existencia objetiva o, dicho de otro modo, un complejo que debe resolverse porque su existencia psicológica supone la esclavitud. Empleado como término metafísico, sin embargo, sólo se refiere a esto-que-somos como algo opuesto a eso-que-creemos-ser, pero no somos.

Es posible demostrar que lo que percibimos sensorialmente no es más que una imagen mental y que, como tal, carece de toda naturaleza propia. Pero la sensibilidad de los seres debe tener un centro que dirija sus operaciones, un 'centro' de cada objeto sensible que, en tanto que apariencia sensible, es puramente fenoménico. Tal centro está desprovisto de todo tipo de volición y autonomía. No se trata, por tanto, de un 'ego' ni puede pensar de manera autoconsciente como 'yo'.

La identificación de esto-que-somos con cada objeto fenoménico, que tiene lugar durante el proceso de objetivización, acaba convirtiendo a ese centro funcional en un 'ego' individual creando a una 'entidad' hipotética.

El fenómeno es una manifestación y, por consiguiente, también un aspecto del noúmeno. La acción fenoménica espontánea es nouménica y, por ello, vivir es vivir nouménicamente. Tal, pues, es la vida no identificada. Es la identificación con una entidad autónoma espuria (imaginada), que se supone que nace, sufre y muere, pone en proceso el   de causalidad denominado karma posibilitando la emergencia de la esclavitud.

En sí mismos, los fenómenos carecen de cualquier tipo de entidad que pueda ser esclavizada y tampoco poseen, en consecuencia, entidad alguna que pueda ser liberada. La 'entidad' siempre es espuria, mientras que el fenómeno no es más que lo que afirma su nombre, una mera a apariencia mental que no se halla esclavizada y que tampoco puede, en consecuencia, ser liberada.

El aparente problema, por tanto, únicamente tiene que ver con la identificación. Es la identificación la que da origen a la noción de esclavitud. La identificación con los objetos fenoménicos desemboca en el concepto hipotético de una entidad autónoma y creemos que ese concepto equivale a un 'yo' objetivo, aunque, aunque nunca ha existido,  existe ni existirá jamás como una cosa-en-sí, como algo más que un  concepto en eso que llamamos 'mente'.

Sin embargo, la identificación con los objetos fenoménicos no conlleva automáticamente la esclavitud, dado que los fenómenos carecen de 'entidad' y tampoco la necesitan, como ilustra perfectamente el caso de los sabios desidentificados que, a los ojos del observador casual, parecen vivir su vida como personas normales y corrientes.

La superposición del concepto artificial del yo autónomo es la responsable de las nociones de 'karma' y de 'esclavitud', que son el efecto de nuestra aparente 'volición'.


II

  
Wei Wu Wei
Desarrollemos esta idea más detenidamente. El noúmeno no tiene necesidad alguna de identificarse con la dimensión fenoménica. Al igual que el huevo no tiene ninguna necesidad de identificarse con el huevo, esto-que-somos tampoco necesita identificarse con eso-que-somos, puesto que su aparente diferencia se deriva de una mera apreciación objetiva. Sin embargo, la identificación de la dimensión nouménica, no ya con la totalidad de la dimensión fenoménica  sino con fenómenos discriminados y separados, entraña la división de ese fenómeno en sujeto y objeto y la atribución de subjetividad a algo que es meramente objetivo. La atribución de esta pseudo-subjetividad al centro funcional de cada objeto fenoménico separado da lugar a la idea de un individuo autónomo dotado de un yo o ego.

Dicho de otro modo, puesto que la dimensión fenoménica forma parte integral de la dimensión nouménica, la discriminación de la dimensión fenoménica en fenómenos separados que poseen un carácter subjetivo y objetivo es lo que produce la identificación. Dicha identificación consiste, pues, en la atribución de funciones  subjetivas a la objetivización de un centro fenoménico o 'funcional' en cada uno de tales fenómenos, creando de ese modo a un individuo dotado de un supuesto yo o ego. En resumen, el punto focal funcional de la objetivización fenoménica se ve investido de una supuesta subjetividad personal cuando, en realidad,  toda su subjetividad recae en su esencia nouménica.a subjetividad hipotética la que acaba objetivándose como una entidad dotada de plena autonomía.

La identificación de esto-que-somos con los objetos fenoménicos (que, sin tal identificación, no son más que nuestra dimensión fenoménica como tal) comporta la objetivización de todos  ellos. En este proceso, el centro funcional acaba convirtiéndose en el centro de un supuesto individuo dotado de un ego-yo y estableciendo, por consiguiente, a una supuesta entidad donde no hay más que la dimensión fenoménica funcionando impersonalmente como sujeto y objeto. Es decir que, como tal, funciona tanto subjetiva como objetivamente en la mente dividida y va acompañada del 'espacio' y el 'tiempo' tan mecánicamente como el engranaje de un reloj.

El noúmeno absoluto, que se manifiesta a través de cada ser sensible, no reconoce a ninguna entidad en el cosmos fenoménico porque no tiene necesidad de ello y porque tampoco existe función alguna que pueda cumplir con ese propósito. La existencia de una entidad autónoma dotada de voluntad es incompatible con el funcionamiento de la prajná. Se trata de una noción que parece una completa aberración. La entidad, por tanto, es "un sueño, una ilusión, una burbuja, una sombra", como dijera el Buda en el Sutra del Diamante, un soplo de fantasía que turba las tranquilas aguas de la mente sin posibilidad alguna de ejercer la menor influencia en el sueño de nuestra vida fenoménica.


Nota: Sí, efectivamente, así es. Lo que el Buda acaba de decir de un modo tan lúcido y también quizá tan oscuro, se refiere —como tal vez sospeche el lectora lo que creemos ser.

jueves, 22 de agosto de 2013

El sueño viviente - Wei Wu Wei


El sueño viviente


Capítulo XXVII de El resto es esclavitud, de Wei Wu Wei (Ediciones La Llave D.H).


I
El buscador es lo buscado,
lo observado es el observador,
lo que escuchamos es quien escucha lo escuchado,
el aroma es quien lo huele,
lo degustado es quien degusta lo saboreado,
lo que se toca es aquello que toca
y el pensamiento es el pensador de lo pensado.
Todo lo que percibimos sensorialmente, en suma,
es el perceptor cuyos sentidos perciben
y, obviamente, no podemos encontrar perceptor
en percepción sensorial alguna, ni agente en ninguna acción.

II
Permítame darle un ejemplo: usted entra en un restaurante y ve una mesa, oye a las personas hablando, saborea lo que está en su plato, huele el aroma del vino de su vaso, percibe el cuchillo y el tenedor que tiene en las manos y sabe que está almorzando.

Pero, aunque todo esto pueda ser percibido sensorialmente, nuestros sentidos sólo lo captan aparentemente porque tal cosa sólo está ocurriendo en nuestra mente y, por consiguiente, nada de eso ocurre realmente como una secuencia de eventos externos experimentados por nosotros.

Y, por último, también he dicho que usted mismo, en tanto que entidad independiente cuyos sentidos parecen experimentar esos eventos, no puede ser localizado en ningún lugar. ¿Cómo es tal cosa posible?

Recordemos la respuesta dada por el Sexto Patriarca Hui Neng a los monjes que estaban discutiendo sobre si era el viento o la bandera lo que se movía. Hui Neng les dijo que lo que se movía no era el viento ni la bandera, sino su mente y, de ese modo, ellos reconocieron que Hui Neng había comprendido la verdad.

III
No hay seres sensibles que puedan ser liberados por el Tathágata.
 ¡Si ni siquiera el yo tiene existencia objetiva, cuánto menos la tendrá algo distinto al yo!
 Así que ni el Buda ni los seres sensibles existen objetivamente.
—HUANG PO, Crónica de Wan Ling.

No existe tal "cosa" como un sueño (como tampoco existe un espejismo, una ilusión o una alucinación). El sueño, en tanto que cosa-en-sí, no tiene nada que ver con eso. Sólo hay los fenómenos del ensoñar aparente, del mismo modo que existen diez mil fenómenos debido a la visión, la escucha y la sensación, el olfato, el gusto y el conocimiento aparentes, pero los objetos aparentemente percibidos a través de los sentidos no son, en modo alguno, entidades. Sólo existe una percepción de objetos aparentes moviéndose en un espacio temporal también aparente.

En la "vida" cotidiana, los aparentemente "otros" seres sensibles que perciben sensorialmente los mismos fenómenos que nosotros, sincronizados en el mismo tiempo aparente, son también fenómenos, mutuamente percibidos o mutuamente no percibidos, pues no existe nada salvo la percepción, de igual modo que en un sueño no hay sino el soñar. Cuando el soñante despierta, el sueno finaliza y carece de toda importancia cuestionarse por el "ser" de los fenómenos oníricos o preguntarse si siguen aferrado a sus actividades oníricas o si, por el contrario, está despierto. Quien despierta no considera si sus semejantes sumergidos en el sueño-de la-vida están despiertos o si siguen inmersos en el sueño, puesto que ahora sabe que ellos y lo que parecía ser él mismo no son más que objetos fenoménicos del supuesto soñante. En ambos casos, la realidad aparente del evento soñado se desvanece para siempre.

En lo que respecta a la ensoñación de segundo grado, esto es algo evidente, porque nosotros éramos el supuesto soñante y ahora estamos despiertos pero, en el sueño de primer grado o sueño-viviente, que es esencialmente idéntico, tenemos dificultades para comprenderlo porque todavía nos hallamos inmersos en nuestro sueño e ignoramos que estamos soñando.

Sin embargo, dentro del sueño-viviente de primer grado tenemos la posibilidad de cobrar conciencia de este hecho y, en tal caso, cada uno de nosotros que lo logra, puede reconocer que  él la entidad aparente de su sueño particular que creía ser, sino el aparente soñante de su sueño, un reconocimiento al que también se denomina "Despertar". No obstante, él no puede despertar  a "los demás" de su sueño último, porque son sólo sus objetos y no entidades que existan por sí mismas, igual que ocurría con él cuando estaba dormido.

Wei Wu Wei 
Cada soñante, por tanto, sólo puede despertar de su propio sueño, es decir, del sueño en el que participaba como él mismo. "Los demás", por consiguiente, no son sino nuestros objetos. Tal y como los conocemos, no son entidades dotadas de existencia propia y sólo parecen ser  tales en tanto que soñantes de su propio sueño, es decir, subjetivamente.

Al despertar, todo soñante descubre que era el aparente sujeto de todos los objetos de su sueño "viviente",  pero ahora ya no existe como objeto excepto en el sueño "viviente" de "los demás". Él es la pura subjetividad incondicionada mediante la cual ha sido soñado, en la misma medida en que los demás seres aparentemente sensibles también son soñados y cuya aparente sensibilidad no es más que eso.

Cuando despierta de su sueño descubre que no era él quien soñaba, sino que era soñado. Nunca ha habido ningún soñante, lo único que existe es el fenómeno del soñar.


Eso es el sueño "viviente" —es decir, una objetivación en la mente en la que las entidades aparentes no son tales—, cuyo soñante nunca existe como objeto y nunca puede ser objeto, puesto que no hay tal "cosa".

sábado, 17 de agosto de 2013

Precaria irrealidad proyectiva de la realidad

Esta mañana he comenzado a releer El resto es esclavitud, de Wei Wu Wei, y al final del segundo capítulo me he encontrado con unos pensamientos que reflejé por escrito en la misma página el 11 de agosto de 2010.


Lo transcribo a continuación.

El ego se conceptualiza como ente individualizado, presente en el cerebro del cuerpo, y distinto, como "res extensa" de todo su entorno, del Mundo; que a su vez se le aparecen como "cuerpos" ajenos al suyo, individualizados, no suyos.

Las percepciones se estiman exactas, reales, esto es: que reflejan realmente a los "cuerpos-objetos". No son consideradas como "interpretaciones sensoriales/conceptuales" provocadas por percepciones sensoriales que, en la oscuridad del cerebro, son "recogidas" y descodificadas. El resultado de esta descodificación es la "realidad sensorial" que el ego confunde con el objeto; quiero decir que el ego sólo tiene una "imagen sensorial descodificada" como "prueba real" de la "realidad externa", pero no tiene en cuenta tal hecho neuronal-biológico y, en cambio, se siente dentro de un "mundo" desnudo de tales mecanismos neurobiológicos".

Se ha acostumbrado a "vivir dentro" de ese "mundo de cosas extensas separadas de otros seres-cosas extensas, y no se da cuenta de que son "descodificaciones" cerebrales de percepciones sensitivas, sujetas por tanto a errores de descodificación.  Además a tales descodificaciones se añaden las proyecciones de complejos emocionales.

jueves, 15 de agosto de 2013

Del conscienciar y el ansia de vivir - Pedro Rodea


De la charla de Pedro Rodea -13/agosto/2013


Eso que llaman "presencia" sólo es detectable en el estado de vigilia y estado de sueño con sueños. Cuando no hay objetos no hay Vacío, Vacuidad... En el momento en el que los objetos han desaparecido -no sabemos por qué proceso ni por qué medio-, por ejemplo cuando nos dormimos desaparecen los objetos, el mundo objetivo entero, el que los presencia también desaparece... Aunque algunos dicen que en el sueño profundo también es presenciado, pero yo no tengo esa experiencia de presenciar algo en el sueño profundo. Sólo cuando despierto puedo hacer referencia a ello, pero si no hay despertar ¿quién va reclamar estar presenciando el qué...? Si no hay Vacío ¿qué objetos va a haber? y si no hay objetos, ¿qué Vacío va a haber? Es como el ejemplo del árbol que se cae en el bosque y que nadie ve caer.., depende enteramente del que lo presencia...

Hemos dado por hecho de que todo esto es de verdad, que todo esto existe... Y no nos hemos dado cuenta del hecho esencial: de que nosotros mismos hemos empezado a presenciar lo que nosotros llamamos a "nosotros" como objeto, es decir, Pedro es un objeto que está siendo presenciado por Pedro.. Sin objeto el Pedro que le presencia no existe, y sin presencia el Pedro presenciado, tampoco existe. Es la misma cosa, aunque aparentemente uno presencia al otro. Y entonces la gente dice: "bueno esa presencia es la realidad", pero yo creo que es mucho más las ganas de eso, es decir, esa cosa involuntaria que nos lleva a querer existir con esa fuerza que tiene, esa misma fuerza es la que proyecta la supervivencia post-mortem. Ese ansia de supervivencia es la que crea los estados superiores, las iluminaciones del orden que sea, la realidad suprema, todo eso está siendo una proyección de esa cosa involuntaria que de existir, que quiere existir, que ansía existir, en la que nosotros no hemos intervenido para nada, aunque ahora nos digamos a nosotros mismos que es que queremos seguir viviendo y vayamos al médico a que nos cure. Y ello sobreviene de manera involuntaria: en el momento en que te salga un grano raro, hay algo fortísimo que te lleva dondequiera que sea para que te curen.

Y cuando desaparece todo el encanto del conocimiento lo que quiere esa fuerza vital o lo que quiera que sea es el involuntario deseo o querencia de desaparecer. Mientras está presente estamos siempre tapando agujeros, pues el conocimiento sirve para eso, y que finalmente ello viene de un principio totalmente involuntario, en el que uno no ha participado de manera consciente -y sin participación consciente no hay participación-. Entonces si ella no estaba, entonces no ha venido a solucionar nada.., y lo que tratamos de solucionar es en realidad que ese deseo involuntario de seguir vivo quiere, de alguna manera, mejorar, porque no soporta su propia angustia y busca una solución ahora a través del conocimiento y sus habilidades... No hay libre albedrío...

... Necesariamente tiene que haber una Ausencia Absoluta de esto para que esto sea reconocido ahora como presente y con respecto a la tal Ausencia esto es una cosa verdaderamente no muy deseable. La Ausencia Absoluta de todo es la Presencia Real, eso es lo que dice Wu Wei. Pero finalmente no hay ni Ausencia ni Presencia.