Hay diversos tipos de enseñanza "sagrada" o "espiritual" que podríamos diferenciar como esotéricas y exotéricas. Existe un debate entre los divulgadores contemporáneos de este tipo de enseñanzas -por ejemplo entre guenonianos de la estricta observancia y los que no lo son- acerca de lo que es o no esotérico o exotérico, y si han de ser ambos tipos de enseñanza compatibles para el buscador o no (esto es, si el buscador ha de seguir los ritos y métodos formales-exotéricos de una tradición-religión o no debe hacerlo)... Incluso se postulan terceras vías, etc... En lo que a nosotros respecta, y como aprendices en el Vedanta Advaita, entendemos que el buscador, a medida que va avanzando en su auto-conocimiento y "progreso espiritual" (desde el punto de vista del ego-yo consciente diurno) va dejando a un lado esas exterioridades formales.
Incorporamos aquí un texto extraído del libro Guía espiritual y artística de San Baudelio. Más allá del Paraíso, que puede servirnos como introducción hacia este debate que, como toda confrontación de ideas, al ser expresadas verbalmente siguen siendo conceptos mentales, psíquicos... por muy espirituales que nos parezcan (esa es, repito, nuestra opinión)
LA VERDAD MÁS ALTA, CREADORES DE RELIGIONES, ESOTERISMO Y EXOTERISMO
Ramana Maharshi (India, 1879–1950) ha sido, posiblemente, una de las cumbres de la espiritualidad de todos los tiempos. El 15 de diciembre de 1938 respondió a unas preguntas de una dama española sobre rezar a Dios y, entre otras cosas, le dijo lo siguiente: “Dios no necesita ningún intermediario… Dios está en todos y opera a través de todos. Pero Su Presencia se reconoce mejor en las mentes purificadas porque reflejan más claramente las acciones de Dios”.
Al día siguiente atendió, a su vez, a dos mujeres llegadas de Suiza y Francia a su ashram, al pie del monte sagrado Arunáchala. Y la más joven de ellas le preguntó si la experiencia del Estado Más Alto era la misma para todos o presentaba algunas diferencias. Ramana Maharshi contestó: “El Estado Más Alto es el mismo y la experiencia es también la misma”. La joven no comprendió lo que había oído e insistió: “Pero yo encuentro alguna diferencia en las interpretaciones que se dan de la Verdad Más Alta”. El Sabio respondió: “Las interpretaciones están hechas con la mente. Las mentes son diferentes y, por consiguiente, las interpretaciones son diferentes… Las expresiones pueden diferir según la naturaleza de los Conocedores–Veedores y tienen por objeto guiar a los buscadores”. La joven no se conformó con lo dicho y volvió a hablar: “Un Conocedor habla en los términos del cristianismo, otro en los del Islam, un tercero en los del budismo, etc. ¿Se debe eso a su educación?”. Ramana Maharshi concluyó entonces el coloquio con estas palabras: “Cualquiera que sea su educación, su experiencia es la misma, pero los modos de expresión difieren según las circunstancias”.
Pues bien, lo que tales Conocedores–Veedores de la Verdad Más Alta desvelaron a sus discípulos más íntimos y que, de maestro a discípulo, se fue transmitiendo esencialmente por vía oral a través de una cadena iniciática, es lo que podemos llamar, cabalmente, Esoterismo. Y lo que tales Conocedores–Veedores expresaron ante la gente común y, posteriormente, sus seguidores fijaron en escritos públicos estableciendo ritos comunes para todos y hasta una legislación no sólo religiosa sino “socio-política-económica-cultural”, es lo que, cuando menos nosotros, entendemos por Exoterismo.
Como la Verdad Más Alta es la misma y la experiencia numinosa es idéntica, no es extraño que algunos Conocedores–Veedores que, debido a su naturaleza y predisposiciones, conocieron diversas concepciones explicativas sobre el Estado Más Alto (formuladas en términos filosóficos y religiosos distintos según la adaptación realizada para diversas culturas –civilizaciones en épocas determinadas), no es extraño, digo, que en sus enseñanzas recurriesen también, de manera complementaria, a modos de expresión distintos a los del Esoterismo y Exoterismo de su entorno inmediato, una vez comprobado en su corazón que el vino era el mismo aunque los odres, jarras y vasos se hubiesen hecho en Samarcanda, Calcuta, Damasco, Jerusalén, Roma, París o Soria.
Algo así parece desprenderse de estos versos de uno de los grandes maestros del esoterismo islámico, el murciano y andalusí Ibn al Arabi (560/1165 – 638/1240).
“Mi corazón es capaz de albergar todas las formas.
Es pradera para las gacelas y claustro para los monjes,
Templo para los ídolos y Kaaba de peregrinos,
Tablas de la Torá y pliegos del Corán.
Profeso la religión del Amor y cualquier dirección
Que tome su montura, doquiera dirija sus pasos,
El Amor sigue siendo mi credo y fe”.
Nada que agregar.
ResponderEliminarInteresante post.
Lo máximo el poema.
Saludos. Namasté!!!
Gracias por este nuevo espacio, excelente entrada, Namasté.
ResponderEliminarExcelente entrada Arunachala.
ResponderEliminarBellísimo el Poema de Ibn Al Arabi.
Tu nick me suena a música.
Muchas gracias.
Un abrazo.